Empezaré por decir que tengo una pasión extrema por los cuadernillos de recetas familiares coleccionadas amorosamente, y transmitidas a las generaciones sucesivas con ese mismo amor para que se perpetúe su contenido (virtual y real). Así que, después de haber tenido en mis manos las recetas familiares de mi amiga Carmen (que heredó de varias de sus tías y una de sus abuelas), descubrí que otra amiga Carmen, a la que sólo conozco a través de la electrocomunicación, tiene un blog fantástico en el que cada mes comparte con otros blogueros/as una receta dulce y otra salada de las que le transmitió su tía Alia, que según he podido descubrir, es una cocinera fantástica. Y entonces desafía a quienes que se dejen (y yo me he dejado) a publicar -de forma simultánea con los demás participantes- la receta elegida (la dulce, la salada, o las dos) hecha y convertida en gula palpitante. Este mes en concreto, por desbordamiento de Carmen, el reto mensual tiene como anfitrionas a Nieves y Elena.
La receta salada, por sus dimensiones, me superaba de forma patente, así que me decidí (sin demasiado conflicto interior) por la receta dulce, que se titula "infantes". La receta "pelada" de los infantes dice lo siguiente:
250 gr de manteca
200 gr de azúcar
200 gr de almendras ralladas
90 gr de harina
5 claras y una copita de coñac
Todo esto se bate muy bien, poniéndolo después en moldecitos hasta la mitad, y se meten en un horno a fuego fuerte. Se espolvorean con azúcar.
Eso era todo. Ninguna indicación del tipo de moldes que deberían utilizarse, ni del aspecto que los infantes deben tener en la vida real. Después de darle vueltas a la cosa en internet y no encontrar ninguna información, y de que Carmen (la sobrina de Alia) me confirmara que jamás los había visto tampoco, al mirar los ingredientes me recordaron la clásica receta francesa de financiers y (recordando la relación entre los infantes "consortes" y el mundo financiero) cambié mi propósito inicial de usar pirotines de papel para magdalenas por unos moldecitos para mini-financiers.
Así fue la cosa:
Aclararé en primer lugar que sólo ahora, al copiar aquí la receta, me doy cuenta de que la preparación debía hacerse con manteca (de cerdo) y no con mantequilla. Así que los hice con mantequilla, confieso. Creo que a efectos de colesterol no he ganado nada, pero tengo más costumbre de usar mantequilla. Y la segunda cosa que descubrí es que no tenía ni gota de coñac en la casa, así que me vi obligada a usar ron.
Primero batí las claras a punto de nieve con un poco de azúcar. La harina y las almendras ralladas (o molidas, como las llamo yo) las mezclé bien para deshacer todos los grumos.
Y en otro cuenco batí la mantequilla con el resto del azúcar y le añadí también un poquito de extracto de almendras amargas.
Pincelé los moldecitos con mantequilla fundida, y en el fondo coloqué algunas almendras fileteadas.
Mezclé con una espátula las tres preparaciones, con suave movimiento envolvente, como siempre, para no "desinflar" las claras de huevo.
Con una cucharita distribuí la mezcla en los moldecitos, llenándolos hasta la mitad (más o menos). Me salieron 30 piezas en total.
Horno a 190ºC hasta que el borde empezó a dorarse y la prueba del palillo dio positivo.
Desmoldé y dejé enfriar.
Leve espolvoreado con azúcar impalpable (glas), y no pude resistir la tentación de probarlos, están extraordinariamente finos y exquisitos. Tía Alia, ¡a tu salud! ¿No querrás adoptar una sobrina?
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