Esta receta la aprendí de Menelia, una empleada paraguaya de casa de mis padres en Buenos Aires, hace años, en una vida anterior. Ella iba a comprar el almidón de mandioca a un vendedor paraguayo, creo que en la estación de Constitución. Yo tengo que hacerlo con lo que encuentro en el supermercado argentino (o peruano: acá en Bruselas hay supermercado peruano). Hoy en casa no había elección de quesos, tuve que usar parmesano y salieron los bollitos un poco salados. La próxima vez, Gouda o Comté son los tipos de queso que tengo que usar aquí, o un poco de un queso más salado y un poco de mozzarella rallada para pizza.
Ella hacía muchas formas distintas (rosquitas, trencitas, etc.). Yo hago normalmente la más sencilla, unas bolitas pequeñas tamaño albóndiga. Con los ingredientes que pongo a continuación salen unas 30 bolitas.
300 g de almidón de mandioca
1 cucharadita de sal
170 g de queso rallado o en daditos (en la Argentina: fresco, Mar del Plata, fontina o Chubut; en Bélgica: Gouda o Comté)
85 g de mantequilla
2 huevos
leche fría para unir la masa (unas 5 cucharadas más o menos)
La preparación no es muy complicada. Se echa todo en un recipiente.
Se amasa un poco a mano hasta formar una masa lisa y tierna que no esté demasiado pegajosa (agregando leche poco a poco).
Se hacen bolitas haciendo girar trocitos de masa entre las palmas de la mano, y se ponen en una fuente de horno sin engrasar.
Y se meten en el horno caliente (190ºC) unos 15 minutos, dándoles la vuelta al cabo de 10 minutos para que cuezan de los dos lados. No deben dorarse, a riesgo de que el queso tome sabor amargo. Son muy viciosas, en Buenos Aires las venden en el cine (más chiquitas) para comer durante la película. Mucho mejor que otras chuches, a fe mía.
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