Este es un sabor de infancia argentina, y la receta es mágica con final feliz, ya que viene del blog de Marcela (ex Majuluta) y tiene poderes enamoradores transoceánicos.
Yo preparé solo las dos terceras partes de la receta, y me salieron 60 tapitas de 4 cm, o sea 30 alfajores.
Estas fueron mis cantidades:
- 135 g de manteca
- 75 g de azúcar
- 2 yemas de huevo
- 2 cucharaditas de coñac
- ralladura de 1/2 limón
- 175 g de fécula de maíz (Maizena)
- 115 g de harina
- 1 y 1/3 cucharadita de polvo de hornear (levadura química en polvo, polvo Royal)
- 1/3 cucharadita de bicarbonato de sodio
Para armarlos: dulce de leche repostero y coco rallado
Por un lado, batí bien la manteca con el azúcar y añadí las yemas de huevo una a una, la ralladura de limón y el coñac, batiendo hasta conseguir una mezcla cremosa.
Por otro, tamicé juntos los ingredientes "secos" (harina, fécula, polvo de hornear y bicarbonato).
Uní las dos mezclas y amasé para unir los ingredientes. Yo necesité agregar 2 cucharadas de leche para que se uniera todo.
Envolví la masa en film plástico y la dejé reposar en lugar fresco (nevera/heladera) 1 hora.
Entonces estiré la masa con el palote hasta un espesor de unos 5 mm y corté con cortapastas de 4 cm. Puse mis 6o "tapitas" en una fuente enmantecada y dejé reposar en la nevera otros 10 minutos. Al horno a 180ºC durante unos 15 minutos, quedaron sequitos pero blanquitos. Al salir del horno están ligeramente blandos, se endurecen al enfriarse.
Uní las "tapitas" de a dos con dulce de leche repostero (en Bélgica, dulce de leche Márdel, el único que tiene un poco más de consistencia) e hice rodar el borde del alfajorcito en un plato con coco rallado. Al ataque. En realidad, mejor repartir felicidad, no me comí los 30 alfajorcitos yo sola, aunque ganas no me faltaron.
Se pueden guardar en el congelador (mejor en cajas de cartón o de plástico) bastante tiempo (digamos, 1 mes, si duran).
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