
La existencia de este plato (inventado por mí en el momento de hacerlo) resulta de la feliz coincidencia de que tenía en casa un magret de pato (filet de pechuga con la piel) y también había hecho hace unos días unos quinotos confitados. Los quinotos son una fruta de estación y aquí en Bruselas no siempre es fácil encontrarlos. Cuando se encuentran, se compran y se preparan de alguna manera para que se conserven. Eso hice la semana pasada, y decidí usarlos hoy.
El magret de pato es muy fácil y rápido de preparar, tiene un precio razonable y resulta delicioso. Suele prepararse dorando en primer lugar el lado de la piel en una sartén con apenas un poquito de aceite o mantequilla, después el otro lado sin que se reseque la carne, y después se le añade alguna bebida alcohólica, o el jugo de alguna fruta un poco ácida, o algún tipo de vinagre de buena calidad, a veces miel, y alguna fruta, y se rehoga todo un instante nada más, debiendo quedar la carne algo rosada.
Hoy lo hice así, y comimos 3 personas con un solo magret de pato. Normalmente tendría que tener algún acompañamiento, pero había tantas cositas para picar que solamente mojamos pan en la salsa. Pero unas patatas al horno o fritas, puré de papa o de batata, un poco de arroz, unos latkes de papa, en fin, algo más consistente tampoco sobraría.
Un magret de pato (450 g)
1/2 cebolla cortada en rebanaditas finas
un chorrito de aceite de oliva
1 cucharada de mantequilla
un chorro de vino de Porto (oporto) blanco
4 cucharadas de quinotos confitados
sal y pimienta recién molida
Se sala el magret de pato. Con un cuchillo afilado se hacen cortes en diagonal en la piel y la grasa del pato (sin llegar hasta la carne) y otros cortes en diagonal transversales a los primeros Se ponen en la sartén el aceite y la mantequilla y se dora la piel del pato hasta que tenga un color super apetitoso y haya soltado bastante grasa en la sartén, después se le da la vuelta y se dora el otro lado sin que la carne se cueza del todo. Se retira el pato a una tabla de cortar y en la misma grasa se fríe la cebolla hasta que empiece a dorarse. El magret se corta en rebanadas finas, se las coloca nuevamente en la sartén y se rocía con un buen chorro de vino de Porto blanco. Se agregan los quinotos, se revuelve rápidamente para que todo esté caliente, se muele un poco de pimienta encima y se sirve. Está delicioso.
Por supuesto cabe la posibilidad de infinitas variantes: cualquier otro vino blanco o tinto decente más un poco de miel, o incluso vinagre de jerez o aceto balsamico, cualquier fruta que nos guste, incluso las exóticas, pasas, ciruelas secas, etc.
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